En el contexto educativo actual, considero que es un buen momento para reiterar la importancia de la dignificación docente, como fundamento para lograr las transformaciones en la calidad educativa nacional. Estas transformaciones van más allá de una demanda salarial, ya que representan un derecho estratégico donde los aprendizajes de nuestra niñez deben ser el centro de interés. La pertinencia del momento viene dada porque las negociaciones del gobierno y las gremiales visibilizan el tema por la revisión salarial, estipulado en el artículo 33 de la Ley de la Carrera Docente.
En El Salvador, existen más 42 mil docentes en servicio, laborando en 6 mil 185 centros escolares, concentrados en tres modalidades de gestión: Los Directivos Escolares (CDE) con 2mil 830 centros, las ACE con 2 mil 141, CDE y los Consejos Educativos Católicos (CECE) con 171, los colegios católicos tienen 999 y otras modalidades 44. El 84% son profesores con tres años de estudio superior y el 16% con licenciaturas o un grado mayor. El salario menor es de $472 y el mayor de $850, este último si es del nivel uno y con más de 35 años de servicio, en donde se ubican solo 33 docentes, el 0.1% del total. El promedio general es de $580. Si se compara con otras profesiones se concluye que es totalmente inequitativo – injusto para la función, demanda y compromiso. La relación estudiantes por docente es 40/1, algo muy cuestionado en el Informe de Educación para Todos de la Unesco 2010.
Esta realidad hace que la mayor parte de la negociación se concentre en salarios y se den desproporciones con relación a la calidad educativa. Y es que el logro de la dignificación docente requiere que las y los educadores sean más proactivos en la construcción de una estrategia de mejora continua de la calidad. Propiciar que los diferentes subsistemas posibiliten aprendizajes significativos tanto para estudiantes como para docentes, que no sólo deben esperar una dignificación desde el Estado, sino también emprender una acción social coherente y comprometida.
Por lo tanto, las expectativas de todos los miembros del magisterio nacional no deben centrar sus esperanzas en la negociación de los sindicatos, dado que las actuales gremiales no necesariamente representan al total de docentes, la mayoría son débiles, fragmentadas y algunos se encuentran en cogobierno con las actuales autoridades desviando su rol principal.
Las gremiales de educadores deben aprovechar la coyuntura nacional de cambio para democratizar sus estructuras, crecer y fortalecerse, renovar su dirigencia, y su pensamiento para hacer sentir la voz de los docentes en un auténtico proceso de mejora de la calidad y del sistema.
El tema salario es importante dada la situación económica del país, pero eso no implica que deban negociar menos del 10%, sería un paso atrás. Pero tampoco procedente la pretensión de un 30%.
El planteamiento central es el enfoque estratégico de la calidad educativa, tomando como sujetos activos todos los docentes y estudiantes, quienes conjuntamente con la comunidad educativa y el país han de enfrentar los principales desafíos. Esto requiere:
Una participación sostenida, no exclusivamente de las gremiales. Implica buscar formas alternativas de participación y hacer sentir.
Acordar mejoras en las condiciones laborales, que por supuesto incluye los salarios y trabajar desde su inserción hasta su retiro, pasando por un buen sistema de desarrollo y profesionalización.
Aumentar la Inversión en ambientes escolares.
Enfrentar la violencia estructural, social y del crimen organizado. Con prioridad la violencia escolar.
Motivar y asumir un compromiso social por el cambio, con la vocación que ha caracterizado el sector en otros períodos.
Rendición de cuentas centrado en los aprendizajes. Sin miedos a las medidas para los docentes que no cumplen con sus funciones.
Recuperar la pasión y la valorización social de la educación, de la carrera y de las y los docentes como sujeto de cambio estratégico.
Se debería restablecer el prestigio y honor del magisterio en la sociedad como protagonistas del proceso de desarrollo económico, social y político de nuestro país. Lo que sin duda requiere una acción integral política, pedagógica y ética.
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Este artículo será tema de círculo de estudio docente para nuestra institución.
Isabel Vanegas.