El Salvador como país con renta media baja logrará acceder a los fondos de la Cuenta del Reto del Milenio a través del Programa de País, con el cual se pretende reducir la pobreza y avanzar en el crecimiento económico en la Zona Norte, que representa un tercio del territorio nacional y una población de 850 mil habitantes.
A pesar del debate generado por la orientación de la inversión, la iniciativa pretende un objetivo estratégico importante para dicho sector, en tanto que logrará insertar recursos no reembolsables en una de las zonas más pobres, a pesar de representar una fuente importante de agua, energía y biodiversidad para todo el país.
Para que tenga éxito ese proyecto es indispensable lograr la participación y el compromiso social de sus habitantes, de las organizaciones sociales, funcionarios y sector privado. Es por ello que la participación no debe ser objetivo de un simple traslado de información, sino una estrategia permanente de educación y formación ciudadana para la transformación local.
Por lo tanto, no basta con los niveles de información y la consulta ciudadana generada por la Comisión Nacional de Desarrollo (CND) para lograr un compromiso social y una auténtica participación de los diferentes sectores de la zona norte en su desarrollo. De allí la importancia de estimular la cogestión de los componentes, que sus habitantes sean autogestionarios de iniciativas, mayor rol municipal y una ejecución compartida de los componentes del programa y la inversión, aunque se debe partir de un reconocimiento al valioso esfuerzo iniciado por la CND.
Asimismo, los componentes propuestos deberán lograr una integración adecuada a una estrategia de país que logre el objetivo esencial de reducir la pobreza y una participación social sostenible para el éxito de la misma.
El componente de desarrollo humano incluye dos aspectos: incrementar capacidades y habilidades a través de la educación formal e informal, y el incremento en acceso a infraestructura social básica, tendrán que lograr alinearse con el resto de programas del gobierno central y local. Si no, el impacto será mínimo.
Por ejemplo, parte de los indicadores de elegibilidad evalúan la inversión en la gente, en caso de educación, el gasto público como proporción del PIB y la tasa de finalización de la educación primaria femenina, los cuales no se garantizan exclusivamente con la propuesta gubernamental.
El programa propuesto logra con éxito insertar 21.7 millones para la educación de la zona, pero se concentra en la educación técnica como el MEGATEC, lo cual no quita el mérito del componente. Sin embargo, el impacto educativo se logra en su visión integral invirtiendo en parvularia, básica y media. Es aquí en donde deberá existir integración, efectividad y calidad del Plan Nacional de Educación 2021, la Red Solidaria, entre otros.
De forma similar se tendrán que integrar otras iniciativas en el componente de Desarrollo Productivo, el cual incluye programas de servicios y asistencia técnica especializada para el desarrollo empresarial, infraestructura y equipo productivo y programas de inversión y crédito, enfocándose en el establecimiento de cadenas productivas.
Especial interés merecen los cinco ejes transversales como el medio ambiente, la equidad de género, la transparencia y la participación ciudadana, los cuales deberán aportar en la construcción del tejido social local y sectorial. Aquí, las ONG, iglesia y organizaciones sociales deberían tener mayor protagonismo.
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