El Trienio de la Alfabetización es una iniciativa presidencial desarrollada a través del Ministerio de Educación que brinda la posibilidad de dar un giro estratégico a los enfoques y programas de la educación con jóvenes y adultos, busca una reducción importante del analfabetismo y elevar la escolaridad de la población, desde una visión renovada de la alfabetización. Este desafío será posible si se logran la participación y el compromiso social, los recursos básicos y los cambios pedagógicos fundamentales.
En los últimos años, los programas educativos nacionales han logrado aumentar los niveles de alfabetismo. Sin embargo, hace más de una década que el país no modifica su programa de alfabetización orientado a la población adulta, la inversión ha sido limitada y sus resultados fácilmente son regresivos, ya que su enfoque se concentró en el código básico de lecto-escritura y no trascendió su impacto, entre otros factores.
En el país, se estima que más de 759 mil personas de 15 años o más no saben leer, ni escribir. Esta cifra representa aproximadamente un 17% de analfabetismo a escala nacional. Las dificultades del analfabetismo reflejan una dimensión en términos relativos y absolutos. Para las zonas urbanas los indicadores son menores, aunque poseen la mayor cantidad de población.
Esto genera una cantidad considerable de personas analfabetas. En el caso de las zonas rurales los datos porcentuales son elevados pero, su población es pequeña. Lo cierto es que el analfabetismo afecta mayormente a los pobres, a las mujeres y a los grupos marginados.
La población entre 15 y 59 años posee un analfabetismo del 16%, pero en la zona rural representa el 30% y para las mujeres asciende a un 34% en la misma zona. Morazán, Cabañas y La Unión siguen siendo los departamentos con mayor índice de analfabetismo con 34%, 24% y 25%, respectivamente.
Al parecer, estas cifras están subestimadas por no realizarse una evaluación objetiva de los aprendizajes y basarse en una consulta de opinión que realiza la DIGESTYC. Asimismo, el analfabetismo funcional y las personas que salen del sistema educativo nacional ejercen mayor presión.
Una de las limitaciones del PAEBA ha sido adoptar como enfoque el primer nivel basado en el código básico, es decir, en las herramientas del aprendizaje, sin atender integralmente los contenidos, el modelo, el diseño, la continuidad educativa, el tipo de servicio y los aprendizajes para la vida conectados con la formación de una ciudadanía activa. Hace falta que los programas estén relacionados con el ámbito laboral y social y es necesario invertir en bibliotecas, libros y material de lectura en su conjunto.
En el plano internacional se destaca la importancia de retomar un enfoque renovado de la alfabetización, que esté más orientado a una educación permanente a lo largo de la vida.
Según la UNESCO, el alfabetismo es la “habilidad de identificar, comprender, interpretar, crear, comunicar y calcular, utilizando materiales impresos y escritos asociados con diversos contextos. El alfabetismo involucra un continuo aprendizaje que habilita a las personas a alcanzar sus objetivos, desarrollar sus conocimientos y potenciales y participar plenamente en la comunidad y en la sociedad ampliada”. Esta definición trasciende el enfoque reducido de los programas nacionales y establece un reto fundamental: transformar y actualizar la alfabetización en una visión renovada, considerando el analfabetismo como fenómeno estructural y de responsabilidad social. La meta es crear ambientes y sociedades letradas.
El Trienio de la Alfabetización representa la oportunidad de asumir este reto desde un nuevo enfoque, asumir las políticas educativas indicadas y lograr que la sociedad en su conjunto participe del compromiso.
En los últimos años, los programas educativos nacionales han logrado aumentar los niveles de alfabetismo. Sin embargo, hace más de una década que el país no modifica su programa de alfabetización orientado a la población adulta, la inversión ha sido limitada y sus resultados fácilmente son regresivos, ya que su enfoque se concentró en el código básico de lecto-escritura y no trascendió su impacto, entre otros factores.
En el país, se estima que más de 759 mil personas de 15 años o más no saben leer, ni escribir. Esta cifra representa aproximadamente un 17% de analfabetismo a escala nacional. Las dificultades del analfabetismo reflejan una dimensión en términos relativos y absolutos. Para las zonas urbanas los indicadores son menores, aunque poseen la mayor cantidad de población.
Esto genera una cantidad considerable de personas analfabetas. En el caso de las zonas rurales los datos porcentuales son elevados pero, su población es pequeña. Lo cierto es que el analfabetismo afecta mayormente a los pobres, a las mujeres y a los grupos marginados.
La población entre 15 y 59 años posee un analfabetismo del 16%, pero en la zona rural representa el 30% y para las mujeres asciende a un 34% en la misma zona. Morazán, Cabañas y La Unión siguen siendo los departamentos con mayor índice de analfabetismo con 34%, 24% y 25%, respectivamente.
Al parecer, estas cifras están subestimadas por no realizarse una evaluación objetiva de los aprendizajes y basarse en una consulta de opinión que realiza la DIGESTYC. Asimismo, el analfabetismo funcional y las personas que salen del sistema educativo nacional ejercen mayor presión.
Una de las limitaciones del PAEBA ha sido adoptar como enfoque el primer nivel basado en el código básico, es decir, en las herramientas del aprendizaje, sin atender integralmente los contenidos, el modelo, el diseño, la continuidad educativa, el tipo de servicio y los aprendizajes para la vida conectados con la formación de una ciudadanía activa. Hace falta que los programas estén relacionados con el ámbito laboral y social y es necesario invertir en bibliotecas, libros y material de lectura en su conjunto.
En el plano internacional se destaca la importancia de retomar un enfoque renovado de la alfabetización, que esté más orientado a una educación permanente a lo largo de la vida.
Según la UNESCO, el alfabetismo es la “habilidad de identificar, comprender, interpretar, crear, comunicar y calcular, utilizando materiales impresos y escritos asociados con diversos contextos. El alfabetismo involucra un continuo aprendizaje que habilita a las personas a alcanzar sus objetivos, desarrollar sus conocimientos y potenciales y participar plenamente en la comunidad y en la sociedad ampliada”. Esta definición trasciende el enfoque reducido de los programas nacionales y establece un reto fundamental: transformar y actualizar la alfabetización en una visión renovada, considerando el analfabetismo como fenómeno estructural y de responsabilidad social. La meta es crear ambientes y sociedades letradas.
El Trienio de la Alfabetización representa la oportunidad de asumir este reto desde un nuevo enfoque, asumir las políticas educativas indicadas y lograr que la sociedad en su conjunto participe del compromiso.
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